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Un joven zamorano impulsa un innovador cultivo hidropónico automatizado que recupera el sabor de antes

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Pablo del Campo, estudiante del I.E.S. Río Duero de Zamora, ha desarrollado un sistema de cultivo hidropónico automatizado que combina tecnología, sostenibilidad y tradición.

Su proyecto, que busca recuperar el sabor de los cultivos tradicionales sin el esfuerzo físico del campo, ha recibido una mención de honor en la VI edición de los Premios Talento Emprende, organizados por la Diputación de Zamora, en colaboración con la Junta de Castilla y León y la Fundación Caja Rural de Zamora.

El jurado destacó su propuesta por su “integración digital en emprendimiento”, un reconocimiento al valor innovador de aplicar la electrónica y la automatización al mundo agrícola.

Tecnología al servicio del sabor y la tradición

Con tan solo 19 años, Pablo cursa el Grado Superior de Mantenimiento Electrónico y concibió su idea como parte de su proyecto de fin de estudios.

“Todo comenzó como un trabajo académico, pero me di cuenta de que podía tener un impacto real”, explica el joven.

Inspirado por sus abuelos, Celedonio y Clari, decidió diseñar un sistema que les permitiera seguir disfrutando del huerto sin el esfuerzo físico que este requiere.

“Mi idea está muy enfocada a ellos. Quiero que puedan seguir cultivando sus verduras de siempre, pero sin el trabajo duro del campo”, comenta.

El proyecto refleja también una crítica al consumo actual: “Ahora todo está envasado en plástico. Quería crear algo que devolviera el sabor y la naturalidad de antes”.

Innovación sostenible hecha en Zamora

El sistema que ha diseñado elimina la necesidad de tierra y permite cultivar mediante agua con nutrientes naturales, sin pesticidas ni químicos.

El soporte de crecimiento, fabricado por el propio Pablo mediante impresión 3D, sostiene las raíces que absorben los nutrientes directamente del agua.

Además, ha incorporado sensores inteligentes que controlan los niveles de humedad, nutrientes y luz, junto a un panel LED programable, lo que permite un mantenimiento casi automático.

“El cultivo crece solo. Los sensores lo regulan todo: agua, luz y nutrientes”, explica con orgullo.

Un proyecto con proyección real

Tras finalizar sus exámenes, Pablo continúa perfeccionando el prototipo con la intención de comercializarlo en el futuro.

“Creo que es totalmente viable, porque es una inversión en salud y bienestar. Además, el soporte se puede adaptar a cualquier espacio: balcón, terraza o interior”, afirma.

Sus primeros “clientes” ya lo están probando: sus padres, Nicolás y Pilar, y sus abuelos, quienes ahora cultivan desde casa sin esfuerzo.

“Les dije que era como su huerto, pero reducido a una maceta. De esa maceta nace la lechuga, la coges y la comes. Todo está automatizado”, explica.

El proyecto de Pablo del Campo no solo refleja el talento técnico de la juventud zamorana, sino también una visión clara: unir tradición y tecnología para construir un futuro más sostenible en el medio rural.