Iván y Sandra: dos jóvenes que reactivan la vida rural desde sus negocios en Calzadilla y Melgar
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Iván Santos y Sandra Villar forman una pareja con un propósito común: mantener viva su tierra.
Él, al frente de la tienda de Calzadilla de Tera, y ella, gestionando el bar La Escuela en Melgar de Tera, representan una nueva generación de emprendedores rurales que apuestan por quedarse y crear oportunidades donde otros solo ven cierres.
Emprender para que el pueblo no se apague
A media mañana, la tienda de Calzadilla bulle de actividad. Vecinos que hacen la compra, obreros que paran a tomar algo y un tendero que atiende sin descanso. Iván lleva apenas unos meses al frente del establecimiento, pero ya se ha convertido en parte esencial del día a día del pueblo.
“Siempre quise abrir una tienda en Olmillos de Valverde, pero no fue posible. Cuando se presentó la oportunidad en Calzadilla, analicé los números y decidí apostar por ello”, explica.
El local, con servicio de ultramarinos, panadería y pequeño café, da vida a una localidad de apenas 164 habitantes, donde cada pequeño negocio cuenta.
Iván, que también es concejal en Burganes de Valverde, vive junto a su pareja en Melgar, a pocos kilómetros de su tienda. Allí colabora con Sandra en su bar, un punto de encuentro esencial para los vecinos. “Por las mañanas abro la tienda, al mediodía echo una mano en el bar y por la tarde vuelvo a Calzadilla. Luego regreso para ayudar hasta el cierre”, resume con una sonrisa.
El valor de quedarse
Sandra, diplomada en Educación Infantil, decidió dar un giro a su vida para poder quedarse en su pueblo.
“Siempre quise tener un bar. Aquí estuvimos mucho tiempo sin ninguno y, cuando la anterior propietaria lo dejó, decidí quedármelo”, explica.
En invierno, apenas un centenar de vecinos mantiene viva la localidad. En verano, la actividad aumenta y es el momento de “hacer colchón” para afrontar los meses más duros.
“Para trabajar de lo mío tendría que irme fuera, pero aquí también doy un servicio al pueblo. No queremos que esto siga bajando y que acabe todo cerrado”, afirma con convicción.
Dos negocios, un mismo compromiso
Entre ambos, gestionan dos negocios rurales en dos pueblos distintos, combinando esfuerzo, cercanía y una visión clara: demostrar que el medio rural puede ofrecer futuro.
Los lunes por la tarde reservan un pequeño respiro para hacer gestiones o descansar, aunque incluso en su tiempo libre siguen pensando en cómo mejorar.
La pareja planea casarse el 15 de agosto, aunque reconocen que el verano será intenso. Iván, que además organiza una discoteca móvil para fiestas locales, admite entre risas que “este año la furgoneta va a salir menos”.
Mientras tanto, su padre —gestor del bar de Bretocino— prepara su jubilación. Iván, con humor, lo tiene claro:
“Ese que lo coja otro”, dice entre carcajadas, sabiendo que su compromiso con Calzadilla y Melgar ya es suficiente.
Su historia no solo refleja esfuerzo y vocación, sino también una verdad que se repite en muchos pueblos de Zamora:
el futuro rural depende de quienes deciden quedarse y abrir cada mañana la persiana.